Corren, se dan codazos, sonríen, escriben, saltan si hace falta para destacar sobre los demás y que su líder los vea y los bendiga. Ya no importa lo que dijeron, ni lo que abrazaron también con ardor gritando al mundo quienes eran y que colores eran los suyos.
Son los adoradores del Arco Iris, los que después de tormentas y lluvias siempre miran a ver si es el violeta, el amarillo, el azul o el rojo el color que mas les atrae para el tiempo de calma, que suele durar cuatro añitos y quien sabe si muchos mas .
Se visten de iluminados, se inspiran mientras hablan con los ojos cerrados, hay un atisbo de emoción en algunas de sus frases… mas por escucharse a ellos mismos que por el contenido de lo que dicen. Son “gente preparada”, intelectuales muchos de ellos que practican en la teoría eso de ser “gente llana” pero que se ofenden si tienen que pagar un autobús como todos sus compañeros y compañeras del partido que defienden para ese momento del ego de sus vidas, para ese viaje hacia su propia vanidad disfrazada de lucha política por los demás.
Ahora toca otro viaje “ a ver si éste por fin me eleva a las alturas del Congreso o del Senado” piensan. Pero tienen que argumentarlo y encontrar el pretexto. Cogen el manual colorista y eligen el color que mas posibilidades tenga para que no canten mucho las verdaderas pretensiones y, por supuesto, que sea el que mejor marketing progresista tenga en su haber… ah y que sea nuevo porque si no ya va a ser difícil de colar. Una vez elegido, toca defenderlo a capa y espada como defendieron el anterior. Se emocionarán igual, cerrarán los ojos inspirados y luego mirarán al líder a ver si ha visto su pasión y les da la bendición para que las primarias no les fallen.
Pobre Andalucía. Siempre de unos y de otros. Siempre prostituida por proxenetas que la venden al mejor cliente. Pobre de nosotros andaluces que vamos y venimos al compás de los hilos de los intelectuales, de los medios, de los últimos que llegan ofreciendo , como magos, el milagro.
Ahora toca de nuevo el verde y blanco señores.
¿Quién da más? Que la adjudicamos al mejor postor… hagan sus apuestas señores que esta tierra es muy generosa … apuesten y vayan preparando sus trajes para el Congreso de Madrid… No despojarse muy pronto del verde y blanco … id con cuidado… pero cuando pase un tiempecito ya pueden ponerse otra ropa mas acorde con las pretensiones del líder. Total se pongan lo que se pongan la condición es apretar el botón que le digan.
¿Pero ese no es el botón que antes había sido tan criticado por los que – bandera en mano- se declaraban nacionalistas andaluces?
Eh, eh eh… cuidado con los términos señora… nacionalistas no… defensores de Andalucía…
Ah, perdone usted, habré escuchado mal durante algún tiempo. Disculpe no quería faltarle. ¿No era usted el que oí en aquel mitin?
Era yo pero los tiempos han cambiado. Ahora todo es circular y si lo piensa bien… piénselo bien… ¿a que el verde y blanco mezclado parece morado?
Pues creo que no… esa combinación no llega al morado… mi modesta opinión
Que si mujer, verá que cuando yo se lo explique lo va a entender y lo va a ver claramente. Si soy un experto en cambiar y mezclar los colores.
Si usted lo dice…
Magos. Sacan del mismo sombrero cualquier baratija para sorpresa del público , el posterior aplauso y no abandonar los escenarios . Magos de la palabra a la que revisten de una calidad intelectual a prueba de lectores dispuestos a ver como es verdad que el blanco y verde se convierte en morado, o en azul o en rojo de la forma mas natural… y a cualquier defensa del mago.
Aún quedan pocos y pocas – que podrían y podrán ser muchos- que no sólo tienen una paleta y pinceles para demostrar que nunca el blanco y verde puede ser morado sino también otra herramienta contra la que no se puede vender bisutería : la memoria.
Hagan lo que quieran magos de la política, vayan donde quieran, defiendan lo que quieran y lo que les de notoriedad, compren la mejor tabla para la surfear la cresta de la ola… y vístanse del color que quieran. Están en su derecho, pero no usen Andalucía como pretexto. Canta mucho de cante algo sabemos.