13 octubre 2014

Cataluña- España... Breve consideración


Llevamos meses teniendo el debate soberanista catalán en primera página. Programas televisivos, periódicos, entrevistas, manifestaciones… no hay un solo día en que no se escuche algo sobre el tema ni un solo informativo que no lo mencione.
Lo veo y escucho y asisto a todo ello con indignación. No por el debate del derecho de los pueblos a decidir – que no es el que está en la palestra – y con lo que estoy de acuerdo. Los pueblos tienen derecho a decidir y hacerlo dentro de unas  nuevas formas de convivencias en las que todos nos sintamos bien.  Y hay que encontrar esas formas como se encontraron , en su día, las de la transición.  Existen . Solo hay que tener voluntad política para comenzar el camino. No voy a entrar - ya no sería una breve consideración- en ningún análisis sesudo ni visceral. No es la intención.
¿Y entonces la indignación? La indignación la provoca algo muy distinto : mientras durante meses en el Estado y en los medios se ocupan de Cataluña- España,  se ignora y se desprecia con la indiferencia a un territorio : el andaluz, con la mayor tasa de paro de toda la Unión Europea  y al 80 % de jóvenes andaluces que , como sus abuelos, vuelven a pensar en la emigración para sobrevivir. Parece que no es lo bastante importante para llamar la atención del Estado ni para ocupar horas de debate político.
Y , al mismo tiempo, me apena ver como entramos en el juego de la distracción y el silencio de los andaluces.  

04 mayo 2014

30 años de soledad




Recuerdo un cartel de los últimos años del franquismo en el que se leía :  “Si el andaluz acomodado piensa en Madrid y el andaluz pobre piensa en Barcelona, ¿quién piensa en Andalucía?”
Muchos años-más de 40- han pasado desde entonces y más de 32 desde la redacción definitiva de nuestro Estatuto de Autonomía y sin embargo, no nos suena extraña ni lejana la pregunta de aquel cartel que con alguna variante podría imprimirse hoy.
En aquellos años del franquismo y en aquellas luchas, se multiplica el interés de muchos intelectuales y artistas andaluces por la cultura y por una conciencia de pueblo latente en movimientos no sólo culturales sino también sociales y políticos. La autonomía que engendrada en un sorprendente 4 de Diciembre en el que los andaluces salen en masa a mirar a las comunidades llamadas históricas de “tú a tú” y al resto del Estado afianzando su derecho como país, era una herramienta necesaria, fundamental  para comenzar a encontrar soluciones propias a nuestros problemas jugando en ello un importantísimo papel  la cultura, definida como lo hace la antropología, como “un conjunto de conocimientos y valores colectivos que orientan los comportamientos y relaciones entre las personas y de estas con el mundo y dan significado a la existencia de los individuos y del pueblo que se identifican con ella a través de los elementos que son marcadores de identidad”  
En aquel 4 de Diciembre en el que gritaba esta identidad, al pueblo andaluz no sólo le temió el gobierno, que puso todas las trampas posibles para que nunca llegase a la autonomía por el 151, sino la mayoría de partidos que tenían sucursal en nuestro territorio y aspiraciones de gobernar el Estado. Por un lado, para ellos era la gran oportunidad de garantizarse el poder usurpando un andalucismo latente en aquellos millones de andaluces. Por otro, la ocasión precisa para, una vez llegados al poder, hacer las maniobras políticas necesarias para mantenerse en él y desarticular y diluir aquella clara conciencia de pueblo que fluía por las calles y a la que tanto contribuyó la cultura. Una vez apropiado el estallido andaluz y en sus manos,  ya podía comenzar a destruirse comenzando por manipular la verdad sobre el propio desbloqueo del Estatuto. Con la ley en la mano, la autonomía se pierde el 28F. Me corresponde y es de justicia decir que fue gracias al articulo 144 -con el que dieron los andalucistas - encabezados por Alejandro Rojas Marcos -con lo que se logra desbloquear una camino sin salida hacia el 151 y se dota a Andalucía de una autonomía del mismo rango que la de Galicia, Cataluña y Euskadi. Este logro andalucista se vende como traición y aún sigue en el imaginario colectivo. Políticamente no se podía permitir un éxito andalucista en aquellos momentos: restaba demasiados votos que hacían falta para llegar a Madrid.
Con el Estatuto ya en la mano y el engaño dando frutos se comienza la labor de desactivación haciendo caso omiso a los propios mandatos estatutarios.
Durante la dictadura tanto la oligarquía andaluza  como los intelectuales que sirven al poder niegan y bloquean la cultura andaluza y la utilizan para simbolizar la cultura del Estado, españolizándola y difundiéndola como una manifestación folclórica, frívola, prostituida y propia de un pueblo inculto y colonizado. En democracia y con un estatuto andaluz que ordena lo contrario se hace lo mismo -de forma enmascarada e inteligente- y con igual resultado de bloqueo y negación.
El Estatuto, en lo que refiere a la cultura y la identidad cultural andaluzas, establece objetivos y competencias que podrían haberse convertido en una excepcional arma transformadora, en unos pilares claves  para afianzar la conciencia andaluza y en un poder necesario para influir y tener una voz propia, necesaria y decisiva en el Estado Español. Andalucía, en su Estatuto, se define como una nacionalidad y se reconoce su identidad histórica garantizando el acceso de todos los andaluces a los niveles educativos y culturales que les permitan su realización personal y social afianzando la conciencia de identidad andaluza, a través de la investigación, difusión y conocimiento de los valores históricos, culturales y lingüísticos del pueblo andaluz en toda su riqueza y variedad”.  Papel mojado. La cultura andaluza y el afianzamiento de una conciencia de pueblo, lo mandara o no el Estatuto, nunca fueron respetados en Andalucía por lo que, consiguientemente, no podrán serlo en el resto del Estado. Nuestros políticos no parecen haber creído en el pueblo andaluz, en sus capacidades ni en sus posibilidades de desarrollo cultural y social, ni en una cultura diferenciada y enriquecedora, ni utilizaron el poder con el que nos dotaba nuestro estatuto como poder político frente al poder central, ni movieron un solo dedo para consolidar nuestra identidad en las generaciones que siguieron a aquellas del 4 de Diciembre, ni tuvieron nunca un proyecto político propio excepto aquel que servía para mantenerse en el poder autonómico, elección tras elección, no como gobierno propio sino como una gran sucursal abierta en Andalucía de quienes siempre nos han gobernado. Hablarán, como conquista, de infraestructuras de todo tipo, de avances tecnológicos, de una sociedad del bienestar a la que hay que salvar pero jamás se ocuparon ni ocuparán en obedecer los mandatos de nuestro Estatuto para el afianzamiento de nuestra identidad como pueblo.

¿Qué se enseña en los colegios y en los institutos sobre Andalucía? ¿Qué se está exportando como cultura andaluza? ¿Qué se ha hecho en nuestra televisión y radio públicas para cumplir con el mandato del Estatuto? ¿Qué imagen de Andalucía ha cambiado para el exterior en estos más de 30 años? Y entre los propios andaluces ¿qué concepto ,qué idea, qué concepción tenemos de nosotros mismos tras todos estos años?. ¿Qué entendemos por identidad cultural y política?. Me atrevería a decir que lo que se entendía en aquellos años del cartel nos gana por goleada.
Más de 30 años de autonomía para seguir de copla en copla, de palabra vacía en  palabra vacía; para que en las plazas de las ciudades y pueblos andaluces haya una figura de un tal Blas Infante que nadie sabe quién es ni qué proponía para nuestro pueblo, de banderas oficiales que no significan nada excepto cuando las desempolvan un 28F de 9 a 15 para que todos digamos un adoctrinado “Viva Andalucia”… sin “libre”, no nos vayamos a acordar de repente de aquel 4 de diciembre y vayamos a contaminar a nuestros jóvenes que ya se ha conseguido que ni sepan  qué pasó aquel día.
La cultura ya o es mercancía o no sirve, o es de nuevo complaciente  -en cualquiera de sus manifestaciones- o molesta. Si preguntas por el “Complot de Tablada” muchos jóvenes creerán que es el título de una película. La cultura académica permite que se salga de la universidad con un título pero huérfanos de nuestra identidad; y nuestra historia, la popular se está quedando reducida a tres fiestas y pico y a algunas romerías en las que se está pervirtiendo su verdadera esencia. Los polideportivos y grandes superficies donde los dos de siempre celebran sus carísimos congresos y mítines sólo sirven para arrojarse dardos  de derecha a izquierda o de izquierda a derecha según toque, los mismos dardos repetidos y manidos que les sirven para perpetuar el juego en el sistema con una Andalucía siempre ausente menos unos meses antes de abrir las urnas. En las manifestaciones de uno y otro signo, la verde y blanca brilla por su ausencia excepto cuando acuden los andalucistas. Las ciudades no son hermanas sino enemigas (que buen resultado sigue dando el divide y vencerás). Ahora las nuevas caras del mismo poder nos venderán, una vez más, futuro, transparencia, regeneración política, interés por la cultura y nos dirán que miremos hacia adelante, sobretodo para que no nos demos cuenta si miramos atrás que nos han dejado con el mayor porcentaje de paro del Estado y una sociedad desindustrializada y de servicio que no tiene peso alguno en el Estado, muda y ninguneada y que no se reconoce como pueblo diferenciado, con identidad y poder. Como símbolo del resultado de todos estos años me quedo con la actual huelga de hambre de Paco Casero, uno de los fundadores del Sindicato Obrero del Campo y con un teatro “Salvador Távora” cerrado. Paco representa junto a otros luchadores del campo andaluz,  la frustración de una reforma agraria y un progreso social que se quedó en nada, como en nada se ha quedado la explotación de nuestras mayores fuentes de riqueza y nuestras ilusiones. La cuadra de Sevilla simboliza un revolucionario “Quejío” que desde la cultura abanderó la reivindicación de un pueblo andaluz que sigue cultural y socialmente herido.
Escribiendo ahora recuerdo una de las letras de los cantes de “Quejío” :

“Qué pena más grande
tengo que callar,
que se me llenan los puños de rabia
si miro patrás”

14 febrero 2014

Paco Casero : los imprescindibles


Atravesando cortinas del almendros por tierras granaínas en una luminosa y andaluza mañana llegamos al lugar donde se encontraba. Casa humilde, tesoro en medio de montañas y paz. Una chimenea encendida reforzó el calor de su abrazo, de su beso de amigo sincero y de siempre. Buena gente a su alrededor, a veces creo que demasiado buenas para poder soportar con una sonrisa una vida de continuos despropósitos y agravios. Gente de campo, del campo andaluz milenario y sabio  como lo eran ellos hoy, sentados a nuestro lado, escuchando… mientras él nos decía “tenemos que aprender a escuchar”. Hoy escuché, sobretodo escuché porque había muchas cosas que aprender. Constataba, mientras escuchaba sus palabras sentidas, sinceras, lo hermosa que es la tradición oral, lo maravilloso que es sentarse a escuchar alrededor de una chimenea en medio del esplendor del campo andaluz.
Tantas cosas… tantos recuerdos se me vinieron hoy mas al alma que a la cabeza porque los recuerdos que se guardan en el alma son los que te alimentan y te orientan durante toda la vida.  Nos hablaba de valores… ¿sabrán muchos que quiere decir eso de “valores” sin relacionarlo con el euro? Me temo que no. Me parecía que todo aquello que estaba viviendo esta mañana era necesario multiplicarlo por mil, por dos mil, por diez mil… que era necesario que germinara, que floreciera de nuevo, que volviera a arrancarnos el coraje y la valentía de plantarle cara andaluza a la vida, al Estado, a Europa, al mundo.  Cuánto necesitamos escuchar a personas como él para poder construir una sociedad distinta… y posible.
Nos reímos -porque sigue teniendo la capacidad de reírse mientras hace una huelga de hambre- me recordó una vez más que la bandera andaluza que su hijo le regaló comprada con su primer sueldo, preciosa, grande, soberana no la puedo heredar, que mi padre la podrá tener hasta el final pero que es suya… nos volvimos a reír porque me lo dice siempre. No me importa porque la bandera que heredo, de mi padre y de él, esa no es material, es mía para siempre porque me la bordaron ellos en el corazón. Esa no me la puede quitar nadie ni nada y por ella y por ellos aguanto lo que me echen.
Cuánta ilusión y esfuerzo en aquellas carreras de punta a punta de este territorio, en aquellos “esfuerzo por Andalucía” repletos de andaluces que se pasaban la bandera kilómetro a kilómetro durante todos los años que él logró mantener aquel esfuerzo. Yo tuve la suerte, la dicha y el honor de vivirlo para mi patrimonio inmaterial y eterno. Yo tuve la suerte de sentir aquel latido andaluz que aún no habían abatido las banderas oficiales a pesar de llevar ya muchos años como adorno en el Parlamento. Yo lo vi y lo viví.  Y él era el alma de todo aquello junto con otros muchos compañeros y compañeras suyos, andaluces que luchaban y creían en esta tierra y me enseñaron a creer también en ella y en ella sigo creyendo y en sus gentes que hoy he visto, de nuevo, encarnadas en esos ganaderos granaínos.  “Nadie ha sido capaz de hacer que me duche a las seis de la mañana con agua fría, excepto tú en aquellos días de carrera por Andalucía” le decía entre risas y recuerdos esta mañana.
Quiero creer que nada fue estéril, que aquellas camisetas de las carreras en las que ponía “somos un pueblo”  - que aún guardo- siguen estando de alguna forma en nuestro sentimiento colectivo: quiero creerlo, necesito creerlo. Sólo tenemos que quitar los abrigos, los jerseys de lana gorda , las sudaderas y descubrir que seguimos llevando esas camisetas, que seguimos siendo un pueblo : el pueblo andaluz al que no pueden arrebatarle su futuro por más tiempo , ni su identidad ni su derecho a ser.
Ahora estás en huelga de hambre. No es la primera tuya. Hoy nos recordabas que llegaste hasta los 35 días en algunas de ellas, hoy hablamos de aquel sindicato obrero del campo SOC que fundaste, hoy mas que hablar, hicimos lo que teníamos que hacer : escucharte.
Paco Casero, decirte gracias es no decir nada porque no cabe en la palabra todo lo que tengo que agradecerte, lo que tenemos que agradecerte. Por eso me limito a decirte que las personas como tú son las que dan sentido a una lucha a la que no vamos a renunciar, da igual que parezcamos locos, románticos, ilusos, utópicos… da igual porque sabemos que eso es lo que hay que hacer y a mi, al menos, me lo enseñaron personas como tú. Dicen que los que luchan toda la vida son los imprescindibles.
Vamos a estar contigo. Voy a estar contigo. Y ese corazón de Andalucía invisible que casi parece a veces que no late pero que nunca muere y con el que jamás podrán acabar, también está contigo. Me lo dijeron los almendros hoy mientras iba a verte.





02 febrero 2014

Costaleros: sin complejos



Eran proletarios, cargadores, trabajadores del muelle de Sevilla. Olían a rio y a patio de vecinos. Tenían postguerra y hambre en su memoria. Los pasos sevillanos se hicieron a su imagen y semejanza, o a su altura y sabiduría que es lo mismo. Las trabajaderas son transversales para que puedan cargar el peso como lo hacían con los sacos del muelle, sobre la espalda y la cerviz protegida por esa morcilla que no siempre los libra de lesiones. Algunos se quedaron bajo los pasos en los mismos días de las celebraciones. Una semana al año - santa para muchos, tradicional y cultural para otros tantos- se ganaban un sobresueldo que aliviaba su maltrecha economía. No llevaban relevo, no podían ir al lado del paso y , en muchos casos, su relación con la iglesia era la de esa única semana. Eran cuadrillas de trabajadores – término que también viene del muelle- que sacaban pasos todos los días y alguna de estas cuadrillas, en la noche del Jueves Santo, tras dejar dentro a Monte-Sión, se iban calle arriba a sacar a la Macarena. 12 horas más sobre sus espaldas. Los conocí. A los últimos profesionales que quedaron - cuando ya en su mayor parte eran hermanos costaleros- los conocí, los entrevisté y los dejé para siempre en un documento audiovisual que atestigua su condición, su procedencia y, sin lugar a dudas, su vocación. Eran asalariados, cierto, pero eran,  sobretodo, costaleros. Se sentían costaleros, protagonistas de una fiesta polémica y única por sus diferentes e inseparables vertientes que en otros lugares de la tierra son irreconciliables. No en Andalucía. Nuestra singularidad y nuestra historia como pueblo se refleja claramente en todos los componentes de esta semana de primavera. Todos procedían de las clases populares sevillanas y todos se sentían partícipe de la fiesta de la ciudad. Eran “la gente de abajo” . Sin ellos nunca la Semana Santa seria lo que es y quien lo ponga en duda que repase la historia de los intentos de rueda.
¿Quién dice que no representan simbólicamente a las clases trabajadoras de Sevilla, a la solidaridad en el trabajo, a la fuerza de la unión?
Cuando ya se vieron excluidos seguían sintiéndose costaleros, siempre fueron costaleros y se murieron siendo costaleros. Muchos de ellos tenían una ilusión : que Sevilla reconociera su labor, su trabajo y su aportación a la Semana Santa. Lo intentaron en varias ocasiones y en una de ellas casi lo consiguen, hace ahora 10 años. Pero los que lucharon por ese sueño que a algunos puede parecerle una nimiedad, se fueron sin verlo.  Mi tio Hipólito, de la cuadrilla de “los ratones”,  fue uno de ellos, uno de los más empeñados en que ese reconocimiento se levantara en cualquier plaza sevillana. Sé bien de la ilusión de estos hombres porque me la transmitieron directamente sin intermediarios.
Decía El poeta sevillano Antonio Machado que “en España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.  Aquí tenemos esa costumbre : embestir sin ni siquiera saber por qué, sin saber contra qué estamos embistiendo, sin pararnos a conocer el por qué de las cosas, mezclando y confundiendo churras con merinas. Por eso, ante esta propuesta que los andalucistas sevillanos hemos hecho, nos importan muy poco las embestidas porque llevamos en ella la ilusión de los costaleros profesiones sevillanos.
En política hay que ser valientes y no tener complejos cuando las cosas se tienen claras. No debería ser de recibo ni la cobardía ni la hipocresía pero abundan.  En Sevilla hablar de Semana Santa no es de derecha ni de izquierda porque miles de nazarenos y muchos costaleros sevillanos son militantes y simpatizantes de partidos de izquierda, porque pertenecemos a una ciudad donde anarquistas de la calle Feria tenían a la Macarena en la cabecera de la cama durante la República El andalucismo no deja de ser una opción progresista, ni le hace guiños a nadie y menos a la derecha porque quiera convertir en realidad ese monumento al costalero. No entiendo los complejos de la izquierda, ni sus prejuicios en estos asuntos, como no entiendo los de la derecha, ni ese equivocado derecho que creen tener sobre manifestaciones religiosas imprimiéndoles un solo matiz, cuando lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Yo soy una persona de izquierda y, sin complejo alguno, me pateo las calles sevillanas durante esa semana peculiar disfrutándola con todos mis sentidos.  Siempre huí de la etiquetas porque a estas tierras las etiquetas de otros lugares no la definen. Sería bueno que nuestras etiquetas las elaboremos nosotros mismos con nuestras propias herramientas sin que nos importe lo que digan o piensen los demás.
Tenemos conciencia del momento que estamos viviendo todos. Por ello no pedimos que sea el ayuntamiento quien corra con los gastos de este monumento. Queremos que sea la ciudad de Sevilla: quien  quiera, quien pueda, quien crea que sería bonito y justo reconocer al costalero porque no es “algo más” . Y quien crea que no es necesario lo tiene muy fácil : no aportar nada pero eso sí,  la embestida que no falte que hasta ahí podríamos llegar.
Estar implicados en el día a día de la ciudad, en sus problemas, en sus prioridades, en la lucha por el empleo, la sanidad o la educación , entre otros muchos frentes sociales abiertos - lucha demostrada y patente aunque la mayoría de las veces oculta por los medios - ¿es incompatible con esta propuesta? Claramente no. ¿Es incompatible tras una manifestación contra el alto porcentaje de paro o contra los desahucios, aparcar las distintas banderas de “la lucha” para sentarse a tomar unas cervezas y comer como veo a tantos y tantos manifestantes? Es hasta ridículo plantearlo.
 Los andalucistas  sevillanos haremos todo lo que esté en nuestras manos para que Sevilla tenga ese monumento , para nosotros símbolo y homenaje a las clases trabajadoras sevillanas y, por supuesto, extensible a todos y cada uno de los actuales costaleros de Sevilla. Sin complejos.