Es
curioso que el término “crisis” sólo se aplica a lo económico. Nunca entendí
bien por qué. Para mi las crisis van mucho más allá de lo económico, es más,
quizás cuando la economía no merma la dignidad cotidiana, cuando los carros de
los supermercados se llenan de cosas innecesarias que nos venden como precisas,
cuando hay tres televisiones en una casa de cuatro dormitorios y los niños son
infelices por no tener la ultima “play” o la “Wii” o el último videojuego,
cuando no nos preguntamos qué están haciendo nuestros políticos porque aparentemente
no nos está afectando, cuando la inmigración era el hecho y no la emigración de
nuestros jóvenes… ¿no había crisis?.
Había crisis, una crisis enorme, terrible, devastadora pero no afectaba
al bolsillo . Esa crisis es la que ahora está pasando factura, una factura que
no se puede pagar con euros aunque estos sobrasen por todos lados y pudiésemos
tirarlos al mar, como esos bloques que hacen aún más precaria la situación de
nuestros pescadores andaluces, hombres de tierras y mares ricos condenados a la
pobreza.
Estamos
rodeados de “Pilatos”. Aquí todos y todas se lavan las manos. Nadie es
responsable de nada. Aquí no se piden cuentas de nada, asistimos pasivamente a
los hechos que ocurren – que nos ocurren – como si de una película se tratase
en la que no pudiésemos intervenir como actores que cambian el desenlace final
revelándose contra el guionista. Los
“Pilatos” se van impune ante nuestros ojos. Los “Pilatos” intercambian presidencias como cromos, los “Pilatos”
preparan estrategias para seguir conservando lo único que les importa : el
poder. Los “Pilatos” no sólo son
responsables de una crisis económica pero sólo esa es la que nos convoca a conversaciones de horas en los bares, la que nos hace salir a la calle de vez
en cuando – cuando quieren los sindicatos – y luego comentamos la manifestación
en cualquier lugar de la ciudad tomando una cervecita, la que da lugar a
grandes debates televisivos con las mismas caras, las mismas opiniones y los mismos
sueldos. Hasta en los debates televisivos está instaurado el “sillón”, el
bipartidismo y la rutina de siempre.
Bajo
todo eso y por encima de todo eso está la verdadera crisis : la crisis de las
ideas, la de la educación para un mundo distinto, la de los valores humanos, la
de la Cultura, la del propio sentido de la vida. Una crisis que no preocupa a
nadie, de la que no se habla, por la que no salimos a la calle. A los
sindicatos tampoco les preocupa nada esa crisis, parece que los trabajadores
sólo tienen derecho y que conformarse con que los sueldos vuelvan a subir y el
paro a bajar. Y lo peor es que es con eso con lo que hay miles que se conforman.
Se ha conseguido, desde unos gobiernos
llamados de izquierda en tierras andaluzas que sólo se llame “crisis” a la falta de euros (normal en la derecha, imperdonable en la izquierda). Pobres
gobernantes -con los sueldos y la impunidad aseguradas - que han desperdiciado 30 años - no será porque no han tenido tiempo – sin
lograr que un territorio rico, sobrante de hijos e hijas dispuestos, generoso
en materias primas y en geografía única en el Estado , con talento rebosante y
con ingenio para aguantar temporales, sea el referente de progreso y cambio de este Estado - sea del
signo que sea- que lo sigue mirando por encima del hombro, que no lo escucha,
que no lo tiene en cuenta excepto para ese día - para el único que vuelcan sus esfuerzos – en
que se abren los colegios electorales. 30 años para conseguir las colas más
largas ante las oficinas del Inem y la más absoluta inconciencia de nuestro
poder.
Si
la otra crisis. la que no es de los bolsillos. la que nos impide tener criterio
para elegir, la que nos quita fuerza moral para salir a la calle sin que nos
convoquen desde otros poderes establecidos, la que no nos permite ser personas
que saben donde van y quienes son, la que nos roba la conciencia de nuestra grandeza
económica y cultural, la que facilita el egoísmo, la insolidaridad, la que le
dice a nuestros hijos e hijas que lo importante es la última play… si esa
crisis terrible no existiera, la otra , la única que parece que existe, se
afrontaría de manera distinta, la otra nunca sería lo que es ni Andalucía
estaría donde está.
¿Nos
preocupará alguna vez esta otra crisis? ¿Pediremos cuentas por ella? ¿Se pueden
imputar a nuestros gobernantes por haberla causado, por habernos mutilado?
Mucho
me temo que no… han hecho un buen trabajo, a ellos los 30 años si les han
servido para mucho, para mucho más de lo que imaginamos.