06 diciembre 2013

Camarón



Fue un 5 de Diciembre José, cuando el universo decidió que llegaras a estos rincones de la tierra donde brillaban las candelas de las fraguas y el sonido del trabajo se volvía compás. Te quiso gitano el universo y gitano llegaste  para orgullo de tu etnia andaluza.
Luego, tras el tránsito de la vida y el obligatorio paso a otra, te dejamos de ver pero nunca de escuchar y así te mantenemos entre nosotros, vivo y llenándonos el alma.
Desde aquel día en que te fuiste, como es costumbre en el llamado “Género Humano” te ensalzan y te coronan como “el más grande de todos los tiempos” no sólo los camaroneros que siempre te defendimos sino también aquellos que tanto te criticaron y que menospreciaban tu cante acusándote de tantos desvaríos, algo que permanece invariable desde tiempos inmemoriales.
No existe “el mejor cantaor de todos los tiempos”, sencillamente, porque desde la individualidad flamenca, muchos tienen un lugar destacado y decisivo en cada época . Lo tuyo es otra cosa José, tan importante como ser el mejor de todos los tiempos… o más.
Lo tuyo era valentía artística desde la tremenda timidez personal, desde la humildad integral que te caracterizaba. Quizás por eso necesitabas escaparte porque había demasiados explotadores y aduladores que se aprovechaban de tu forma de ser y tu generosidad y tu manera de luchar contra ellos era escapar por lo únicos caminos que te dejaban. Tu concepto de la vida era otro pero a los cazadores de tesoros poco les importa el daño de las excavaciones. Y, aunque aparentemente parecías no percibirlo,  tu eras consciente de todo . Lo sé porque me lo contaste una tarde en Umbrete mientras se grababa ese disco que fue un antes y un después : “La leyenda del tiempo”.  Aquella tarde, desde mi perspectiva de jovencilla , me sentí privilegiada cuando me elegiste como confesora y me hiciste partícipe de reflexiones y sentimientos que aquí se quedan conmigo para siempre guardados en un cofre del que tiré las llaves. Tras el cristal del estudio de Umbrete te sostenía cartulinas donde estaba escrita la letra  del tema “Tangos de la Sultana”. Mientras te sostenía la letra y te veía cantar pensaba en todo lo que me habías dicho minutos antes y me invadía una mezcla extraña de satisfacción inmensa por estar viviendo aquel momento y de una gran pena, grande, jonda.
Luego, tras unos años,  la vida dio sus vueltas y el tiempo , como siempre, realizó su trabajo. Nos vimos en muchas otras ocasiones pero la última vez que te vi, después de mucho tiempo sin vernos,  fue en el Lope de Vega un rato antes de la actuación en la Bienal. NO dejabas que nadie filmara ni querías hablar con nadie. Me pidieron que fuese a hablar contigo , querían que entrara en tu camerino y te convenciera para poder filmar tu actuación. Entré al teatro y golpeé la puerta de tu camerino. Salió Manzanita cerrando tras él la puerta sin dejar ni una rendija abierta. Le dije que quería hablar contigo, que sabía que no querías hablar con nadie y que te dijera que era yo. No estaba muy amigable Manzanita pero al momento salió y me dijo que pasara. No debí haberlo hecho José. Me dolió tanto verte que la memoria ha querido borrar esa imagen de mi recuerdo pero no tus palabras. Te dije : José, soy Pilar… Pilar Távora. Tu no estabas allí, andabas por otros mundos pero levantaste los ojos y me miraste y esbozaste una sonrisa al verme, una sonrisa casi tan perdida como tu en aquellos momentos, pero yo la vi: fue una sonrisa que me provocó una angustia interna que aún duele el recordarla pero era la sombra de tu sonrisa de siempre, la que yo conocía y eso fue suficiente para decirme que sabías quien estaba a tu lado. Ya no quise ser embajadora de los mensajes de la televisión, ni de la productora que me dijo que fuese a hablar contigo. Me daba igual no cumplir con “mi misión” y dejar allí a las unidades móviles sin nada que hacer. Me acordé de las palabras de aquella tarde en Umbrete , de  los cazadores de tesoros y ya no quise convencerte de nada pero te dije el motivo por el que estaba allí. Te quedaste callado. Manzanita se estaba poniendo impertinente y quería que me fuera del camerino. Te cogí la mano y tras unos segundos me dijiste ; “prima, lo que tu veas… pero si estoy muy mal, si no puedo cantar, por favor, que no me graben”.  No te dije nada porque no me salía la voz, era demasiado grande el nudo en la garganta, sólo apreté tu mano, te sonreí y te di un beso en una mejilla que casi no existía. Salí del camerino sin pronunciar una sola palabra.
Siguió pasando el tiempo y mi padre preparaba un espectáculo para la Maestranza de Sevilla donde estabas tu, Curro Romero, mi hermana Concha y yo. Concha encarnaba el personaje de “la Seguiriya” y yo elegí ser “La Soleá” para huir del desgarro, para dulcificar -desde el dolor de lo jondo- aquella ultima vez en el Lope de Vega. Mi padre iba a verte a tu casa para ir comentando contigo el espectáculo… le decías que estabas bien, que te estabas recuperando. Tenías ilusión en aquello. Yo sabía que no se haría nunca. Poco después sucedió todo… me enteré viendo a Farruco en la Expo 92 y salimos todos corriendo a los coches para ir a tu casa después del espectáculo… Yo me volví a mitad de camino, ni siquiera llegué hasta Jerez. No quería estar allí. No quería disputar con nadie ningún lugar ante las cámaras de televisión ni meterme entre una multitud que tenía derecho a expresar su gran dolor por tu muerte pero con la que no compartía mucho.  Te dediqué mi “hasta luego” particular José y , para mi, era suficiente. Los escaparates me sobraban.
Llevo días acordándome de ti y sólo me viene repetidamente a la memoria aquella tarde de Umbrete y aquellos Tangos de la Sultana que le ganan por goleada a las miradas perdidas.
Algún día nos vamos a ver José y ya no tendré angustia porque te veré sonreír  con una sonrisa abierta, preciosa como la que tenías, humilde , sin rasgo de miedos y consciente  y tus ojos serán los mismos con los que mirabas aquella tarde andaluza cuando las confesiones.
Sé que no te importa que cuente esto: por eso lo hago, porque quiero hablar de ti de otra manera de la que lo hacen los medios de comunicación. Te mando un beso José. Sabes que es desde lo más jondo. Te quiero Camarón, gracias por venir un 5 de Diciembre a este extraño lugar llamado Mundo y dejarnos tu voz y tu jondura.

04 diciembre 2013

4 de diciembre 1977 : una mañana de luz.


Era una mañana luminosa, asi se grabó en mi recuerdo. Hay muchas palabras para describir emociones, pero siempre que busco las adecuadas para describir ésta, no las encuentro. Aún hoy, me invade, mientras escribo,  aquella sensación. Quizás por la juventud y por ser la primera inmersión en esa aventura de una esperanza distinta. Nunca pensé que iba a encontrarme con aquella visión,  con aquella marea blanca y verde que me encogió el corazón aquel cuatro de Diciembre de 1977. No sé si todos los que estaban allí - convirtiendo la reivindicación en una fiesta de la libertad y de la identidad- eran consciente de lo que aquello significaba pero estoy segura, que voces de otros tiempos, que rincones de la sangre y la memoria, estaban proyectando en la pantalla del alma y la dignidad su haz de luz y todo aquello era luz por fuera y por dentro. Éramos mujeres y hombres de luz, unidos por dos colores. Nunca vi a tantos miles de personas en Sevilla en manifestación bajo una sola bandera. Todos, todas, sostenían con fuerza su blanca y verde. La mayoría posiblemente no conocía la historia de la bandera que ahora sostenían con fuerza pero intuían - como intuyen los pueblos milenarios como el andaluz - que era algo grande, algo que hablaba de ellos y por ellos, algo que necesitaban para afirmarse como pueblo frente a otros que querían pasarle por delante negándonos. Yo tenía la suerte de haber visto muchas veces antes esa bandera y de haber escuchado desde mi niñez que esa era la nuestra y haber aprendido a amarla. Quizás por eso, me quedé sin respiración cuando - junto a mi hermana- me sumergí en aquel paisaje desconocido teñido de verde y blanco. Me sentí orgullosa de mi gente, de aquella gente de todas las edades que guiada por la voz de la memoria, gritaban “Andalucía, Autonomía” con su bandera en la mano.
Mas tarde, con mas edad y mas conocimiento, comprendí por qué aquello tuvo que dar miedo y por qué parte de los mismos que quisieron que la gente se echara a la calle aquel 4 de diciembre, fueron los que intentaron borrar ese luminoso día de la memoria de los andaluces.
Intento imaginar muchas veces que hubiese sido de Andalucia si esos millones de andaluces no hubiesen dejado que les arrebataran su consciencia de pueblo. Intento imaginar qué hubiese sido de Andalucía si hubiera seguido su camino blanco y verde, el que les conducía a la libertad que da el conocimiento de sí misma, al progreso no enajenante, al futuro que le correspondía por derecho propio en la historia reciente del Estado Español.
Y a pesar de todo, aunque en los colegios silencien el 4 de Diciembre, aunque no se celebre oficialmente nuestro dia nacional, aunque los símbolos andaluces sólo sirvan para adornar parlamento y despachos oficiales, no han podido aún aniquilar un espíritu que se resiste a desaparecer y que no deja de arder por mucha agua que viertan encima. Arderá menos, a veces hasta puede parecer que lo han conseguido ahogar, pero vuelve a resurgir una y otra vez y asi será por siempre mientras haya corazones andaluces que alojen en ellos a la blanca y verde porque nadie puede arrancarte una bandera del corazón.
Era una mañana luminosa. Será de nuevo, en algún momento inesperado, otra mañana luminosa. Por conseguirlo luchan todavía muchos andaluces, muchas andaluzas, incansables, resistentes a todas las adversidades, valientes, arriesgados, insumisos… llevan en sus manos la brújula que los orienta hacia el Sur y en su memoria la historia milenaria de un pueblo, una historia de la que forma parte un luminoso e inolvidable 4 de Diciembre de 1977 que será siempre una brújula en mi vida y un tesoro en mi memoria.