14 febrero 2014

Paco Casero : los imprescindibles


Atravesando cortinas del almendros por tierras granaínas en una luminosa y andaluza mañana llegamos al lugar donde se encontraba. Casa humilde, tesoro en medio de montañas y paz. Una chimenea encendida reforzó el calor de su abrazo, de su beso de amigo sincero y de siempre. Buena gente a su alrededor, a veces creo que demasiado buenas para poder soportar con una sonrisa una vida de continuos despropósitos y agravios. Gente de campo, del campo andaluz milenario y sabio  como lo eran ellos hoy, sentados a nuestro lado, escuchando… mientras él nos decía “tenemos que aprender a escuchar”. Hoy escuché, sobretodo escuché porque había muchas cosas que aprender. Constataba, mientras escuchaba sus palabras sentidas, sinceras, lo hermosa que es la tradición oral, lo maravilloso que es sentarse a escuchar alrededor de una chimenea en medio del esplendor del campo andaluz.
Tantas cosas… tantos recuerdos se me vinieron hoy mas al alma que a la cabeza porque los recuerdos que se guardan en el alma son los que te alimentan y te orientan durante toda la vida.  Nos hablaba de valores… ¿sabrán muchos que quiere decir eso de “valores” sin relacionarlo con el euro? Me temo que no. Me parecía que todo aquello que estaba viviendo esta mañana era necesario multiplicarlo por mil, por dos mil, por diez mil… que era necesario que germinara, que floreciera de nuevo, que volviera a arrancarnos el coraje y la valentía de plantarle cara andaluza a la vida, al Estado, a Europa, al mundo.  Cuánto necesitamos escuchar a personas como él para poder construir una sociedad distinta… y posible.
Nos reímos -porque sigue teniendo la capacidad de reírse mientras hace una huelga de hambre- me recordó una vez más que la bandera andaluza que su hijo le regaló comprada con su primer sueldo, preciosa, grande, soberana no la puedo heredar, que mi padre la podrá tener hasta el final pero que es suya… nos volvimos a reír porque me lo dice siempre. No me importa porque la bandera que heredo, de mi padre y de él, esa no es material, es mía para siempre porque me la bordaron ellos en el corazón. Esa no me la puede quitar nadie ni nada y por ella y por ellos aguanto lo que me echen.
Cuánta ilusión y esfuerzo en aquellas carreras de punta a punta de este territorio, en aquellos “esfuerzo por Andalucía” repletos de andaluces que se pasaban la bandera kilómetro a kilómetro durante todos los años que él logró mantener aquel esfuerzo. Yo tuve la suerte, la dicha y el honor de vivirlo para mi patrimonio inmaterial y eterno. Yo tuve la suerte de sentir aquel latido andaluz que aún no habían abatido las banderas oficiales a pesar de llevar ya muchos años como adorno en el Parlamento. Yo lo vi y lo viví.  Y él era el alma de todo aquello junto con otros muchos compañeros y compañeras suyos, andaluces que luchaban y creían en esta tierra y me enseñaron a creer también en ella y en ella sigo creyendo y en sus gentes que hoy he visto, de nuevo, encarnadas en esos ganaderos granaínos.  “Nadie ha sido capaz de hacer que me duche a las seis de la mañana con agua fría, excepto tú en aquellos días de carrera por Andalucía” le decía entre risas y recuerdos esta mañana.
Quiero creer que nada fue estéril, que aquellas camisetas de las carreras en las que ponía “somos un pueblo”  - que aún guardo- siguen estando de alguna forma en nuestro sentimiento colectivo: quiero creerlo, necesito creerlo. Sólo tenemos que quitar los abrigos, los jerseys de lana gorda , las sudaderas y descubrir que seguimos llevando esas camisetas, que seguimos siendo un pueblo : el pueblo andaluz al que no pueden arrebatarle su futuro por más tiempo , ni su identidad ni su derecho a ser.
Ahora estás en huelga de hambre. No es la primera tuya. Hoy nos recordabas que llegaste hasta los 35 días en algunas de ellas, hoy hablamos de aquel sindicato obrero del campo SOC que fundaste, hoy mas que hablar, hicimos lo que teníamos que hacer : escucharte.
Paco Casero, decirte gracias es no decir nada porque no cabe en la palabra todo lo que tengo que agradecerte, lo que tenemos que agradecerte. Por eso me limito a decirte que las personas como tú son las que dan sentido a una lucha a la que no vamos a renunciar, da igual que parezcamos locos, románticos, ilusos, utópicos… da igual porque sabemos que eso es lo que hay que hacer y a mi, al menos, me lo enseñaron personas como tú. Dicen que los que luchan toda la vida son los imprescindibles.
Vamos a estar contigo. Voy a estar contigo. Y ese corazón de Andalucía invisible que casi parece a veces que no late pero que nunca muere y con el que jamás podrán acabar, también está contigo. Me lo dijeron los almendros hoy mientras iba a verte.





02 febrero 2014

Costaleros: sin complejos



Eran proletarios, cargadores, trabajadores del muelle de Sevilla. Olían a rio y a patio de vecinos. Tenían postguerra y hambre en su memoria. Los pasos sevillanos se hicieron a su imagen y semejanza, o a su altura y sabiduría que es lo mismo. Las trabajaderas son transversales para que puedan cargar el peso como lo hacían con los sacos del muelle, sobre la espalda y la cerviz protegida por esa morcilla que no siempre los libra de lesiones. Algunos se quedaron bajo los pasos en los mismos días de las celebraciones. Una semana al año - santa para muchos, tradicional y cultural para otros tantos- se ganaban un sobresueldo que aliviaba su maltrecha economía. No llevaban relevo, no podían ir al lado del paso y , en muchos casos, su relación con la iglesia era la de esa única semana. Eran cuadrillas de trabajadores – término que también viene del muelle- que sacaban pasos todos los días y alguna de estas cuadrillas, en la noche del Jueves Santo, tras dejar dentro a Monte-Sión, se iban calle arriba a sacar a la Macarena. 12 horas más sobre sus espaldas. Los conocí. A los últimos profesionales que quedaron - cuando ya en su mayor parte eran hermanos costaleros- los conocí, los entrevisté y los dejé para siempre en un documento audiovisual que atestigua su condición, su procedencia y, sin lugar a dudas, su vocación. Eran asalariados, cierto, pero eran,  sobretodo, costaleros. Se sentían costaleros, protagonistas de una fiesta polémica y única por sus diferentes e inseparables vertientes que en otros lugares de la tierra son irreconciliables. No en Andalucía. Nuestra singularidad y nuestra historia como pueblo se refleja claramente en todos los componentes de esta semana de primavera. Todos procedían de las clases populares sevillanas y todos se sentían partícipe de la fiesta de la ciudad. Eran “la gente de abajo” . Sin ellos nunca la Semana Santa seria lo que es y quien lo ponga en duda que repase la historia de los intentos de rueda.
¿Quién dice que no representan simbólicamente a las clases trabajadoras de Sevilla, a la solidaridad en el trabajo, a la fuerza de la unión?
Cuando ya se vieron excluidos seguían sintiéndose costaleros, siempre fueron costaleros y se murieron siendo costaleros. Muchos de ellos tenían una ilusión : que Sevilla reconociera su labor, su trabajo y su aportación a la Semana Santa. Lo intentaron en varias ocasiones y en una de ellas casi lo consiguen, hace ahora 10 años. Pero los que lucharon por ese sueño que a algunos puede parecerle una nimiedad, se fueron sin verlo.  Mi tio Hipólito, de la cuadrilla de “los ratones”,  fue uno de ellos, uno de los más empeñados en que ese reconocimiento se levantara en cualquier plaza sevillana. Sé bien de la ilusión de estos hombres porque me la transmitieron directamente sin intermediarios.
Decía El poeta sevillano Antonio Machado que “en España, de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.  Aquí tenemos esa costumbre : embestir sin ni siquiera saber por qué, sin saber contra qué estamos embistiendo, sin pararnos a conocer el por qué de las cosas, mezclando y confundiendo churras con merinas. Por eso, ante esta propuesta que los andalucistas sevillanos hemos hecho, nos importan muy poco las embestidas porque llevamos en ella la ilusión de los costaleros profesiones sevillanos.
En política hay que ser valientes y no tener complejos cuando las cosas se tienen claras. No debería ser de recibo ni la cobardía ni la hipocresía pero abundan.  En Sevilla hablar de Semana Santa no es de derecha ni de izquierda porque miles de nazarenos y muchos costaleros sevillanos son militantes y simpatizantes de partidos de izquierda, porque pertenecemos a una ciudad donde anarquistas de la calle Feria tenían a la Macarena en la cabecera de la cama durante la República El andalucismo no deja de ser una opción progresista, ni le hace guiños a nadie y menos a la derecha porque quiera convertir en realidad ese monumento al costalero. No entiendo los complejos de la izquierda, ni sus prejuicios en estos asuntos, como no entiendo los de la derecha, ni ese equivocado derecho que creen tener sobre manifestaciones religiosas imprimiéndoles un solo matiz, cuando lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Yo soy una persona de izquierda y, sin complejo alguno, me pateo las calles sevillanas durante esa semana peculiar disfrutándola con todos mis sentidos.  Siempre huí de la etiquetas porque a estas tierras las etiquetas de otros lugares no la definen. Sería bueno que nuestras etiquetas las elaboremos nosotros mismos con nuestras propias herramientas sin que nos importe lo que digan o piensen los demás.
Tenemos conciencia del momento que estamos viviendo todos. Por ello no pedimos que sea el ayuntamiento quien corra con los gastos de este monumento. Queremos que sea la ciudad de Sevilla: quien  quiera, quien pueda, quien crea que sería bonito y justo reconocer al costalero porque no es “algo más” . Y quien crea que no es necesario lo tiene muy fácil : no aportar nada pero eso sí,  la embestida que no falte que hasta ahí podríamos llegar.
Estar implicados en el día a día de la ciudad, en sus problemas, en sus prioridades, en la lucha por el empleo, la sanidad o la educación , entre otros muchos frentes sociales abiertos - lucha demostrada y patente aunque la mayoría de las veces oculta por los medios - ¿es incompatible con esta propuesta? Claramente no. ¿Es incompatible tras una manifestación contra el alto porcentaje de paro o contra los desahucios, aparcar las distintas banderas de “la lucha” para sentarse a tomar unas cervezas y comer como veo a tantos y tantos manifestantes? Es hasta ridículo plantearlo.
 Los andalucistas  sevillanos haremos todo lo que esté en nuestras manos para que Sevilla tenga ese monumento , para nosotros símbolo y homenaje a las clases trabajadoras sevillanas y, por supuesto, extensible a todos y cada uno de los actuales costaleros de Sevilla. Sin complejos.

01 febrero 2014

Felix Grande

30 de Enero


Ya , cuando mueren los poetas, los comprometidos, los hombres de bien, parece no importar a nadie. Los poetas no son mediáticos, los poetas no están de moda, los poetas no salen en esa tele que nos condena a la oscuridad y a la chabacanería, los poetas no echan mano del marketing, los poetas siguen molestando aunque menos porque ya tienen mucho ruido con el que callarlos... lo tienen los políticos -huérfanos de poesía- y lo tiene la sociedad civil, demasiado ruido, demasiada prisa para detenerse a escuchar a un poeta... los poetas no dan de comer, no interesan. Pero los poetas son los que nos alimentan y nos nutren el alma para poder seguir resistiendo, los que nos abren los ojos para poder seguir luchando, los que nos calman cuando no sabemos de dónde vienen nuestras angustias. Se nos ha ido un escritor y un poeta a todos, a los que lo conocían y a los que no porque las voces de los poetas, sin que nos demos cuenta, no dejan de susurrarnos al oído. A mi se me fue un amigo, a mi familia también. Hace unos meses tuve la suerte de compartir con él una preciosa ceremonia en la que se nos dieron premios a los dos en Barcelona por parte de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña. Antes y después de recoger el premio nos quedamos los dos solos en el hall del hotel tomando unos guacamoles (no lo olvidaré) y hablando de la vida. Hablamos mucho... horas. Estaba cansado, estaba asqueado de lo que se está viviendo, estaba decepcionado con aquellos en los que él había creído y me lo decía con dolor. "Nos están matando de pena Pilar"... nos están matando de pena. Te has ido y ya habrá desaparecido esa pena y esa rabia que casi no podías contener... ahora estás en paz. FELIX GRANDE ... QUÉDATE CERCA DE MI QUE ME HACE FALTA LA GENTE COMO TU.