Cuando sobrevuela la desesperanza
El peor de los sentimientos es tener la esperanza perdida. Lo pensaba Lorca lo pensaron muchas y muchos antes de él y lo pensamos muchas y muchos después de él porque es un sentimiento que no pertenece mas que al ser humano desde la noche de los tiempos.
Hay quienes, contra viento y marea que es lo mismo que decir ahora contra falsas y catetas modernidades y sociedad digital capitalista globalizadora, no la perdemos pero, debo confesar, que hay ocasiones en las que nos sobrevuela.
Para quienes hemos vivido tan de cerca la lucha de artistas que nos precedieron para arrancarle de raíz a Andalucía su disfraz más hirientemente folklórico y devolverle su dignidad cultural , cuya lucha y empeño heredamos algunas/os, asistimos perplejas a la banalización de nuevo de las expresiones identitarias culturales andaluzas entre los y las jóvenes. Y lo que es mucho peor, entre las y los jóvenes que se supone han aprendido y asumido esa lucha andaluza por pertenecer a círculos políticos concretos en los que se debería tener una cierta consciencia cultural andaluza, distinta a la del resto de jóvenes. Pero no. Los mismos esquemas de siempre, las mismas justificaciones, los mismos argumentos han arraigado en ellas y ellos y lo que parecía normal en el franquismo sigue pareciendo normal ahora con otros argumentos. Igual que sigue arraigada la misma consigna de “la evolución de los tiempos” como si los tiempos realmente hubiesen evolucionado porque haya aparecido la tecnología, internet y las redes sociales. He conocido a artistas y leído a artistas de “otros tiempos y de otros siglos” a los que hoy les parecería viejo, manido y retrógrado cualquier cosa que escucharan de estas y estos jóvenes. La mayoría no ha dedicado un minuto de su tiempo a mirar atrás y a aprender todo lo que no saben. Es como si lo andado para avanzar no hubiese servido para nada. Y así estamos: estancados, en el mismo lugar de partida pensando que estaos haciendo cosas nuevas.
Todo es política pero la política no lo es todo y si la política - que sigue siendo igual de vieja que siempre y en la que se siguen reproduciendo los mismos errores- no entiende el hecho cultural como la más poderosa arma de transformación de los pueblos y que hay que planificar “a largo plazo” - independientemente de atender las carencias y necesidades de la gente a corto plazo e ir hacia una sociedad menos desigual en la que no deben perder siempre los mismos- es normal que a algunas nos sobrevuele la desesperanza. Sobrevuela y se aleja. Afortunadamente.
Creo, sinceramente, que estamos andando “patrás” y sumergidas/os en un espejismo muy peligroso creado por quienes saben manejar unos hilos que nunca dejaron de manejar.
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