LA MARSELLESA
Ni
la sé, ni la voy a aprender ni la voy a cantar. Para hacerlo tendría que
aprender todos los himnos de todos los países donde a diario mueren seres
humanos victimas del terrorismo y la barbarie a la que no se le llama
terrorismo como esos seis millones de niños al año que mueren por causas
evitables, o los que fusilan los mismos terroristas, o los que matan otros para
traficar con sus órganos , o los que están a merced de cualquiera en países que
también se rasgan las vestiduras en casos como los de Paris. Cada día mueren
asesinadas miles de mujeres en el mundo y hay miles de victimas del mismo
terrorismo que atacó Paris y de otros terrorismos. Y no pasa nada.
Nos
dejamos llevar por los medios, por las puestas en escenas políticas, por las “grandes
palabras” vacías no solo de contenido sino de verdad. Los mismos que venden
armas y alimentan el terror se rasgan las vestiduras ante atentados como los de
Francia y nos arrastran con ellos obligando a seguir sus dictados de lo que es
bueno, malo, correcto, incorrecto, importante o despreciable. Nos niegan el
valor del pensamiento, de la critica, del análisis propio del mundo. Nos niegan
el negarnos a seguirlos por miedo a no ir con la corriente y que nos señalen
como “raros”. Siempre el miedo amenazando la libertad personal y colectiva.
No compro
que haya vidas más importantes que otras, que haya víctimas de primera y de
segunda. No admito que miles de personas victimas del terror sean noticia de un
día y olvidadas el siguiente y que se cambie de la noche a la mañana una
Constitución por otras que seguirán siendo “noticia importante” durante meses y movilizando a la comunidad
política internacional. No. Todas duelen, todas son asesinadas, todas tienen
madres, padres, hermanos, pareja que las quieren y que se rompen de dolor.
TODAS.
Países
hipócritas que han hecho estragos en su historia – grandes estragos- y que
siguen viviendo de las rentas de un hecho como la Revolución Francesa en la que
se mataron a 30.000 personas sin juicio y sin motivo justificado que no eran
precisamente nobles. No hablemos de Argelia ni de tantas otras ocasiones donde
la fraternidad. La igualdad y la libertad eran solo para ellos pero no para
los demás. Y ahora nos meterán en una guerra. Y tocaremos las palmas y
cantaremos la Marsellesa viendo a nuestros hijos con los fusiles en las manos.
Ahora si. Cuando todo se pudo evitar y resolver de otra manera no. Cuando les
interesaba crear el caos porque tenían y tienen grandes intereses económicos –
que no valores humanos- no importaba que
el terror aniquilara a diario a miles de personas. De niños. De inocentes
civiles Esas vidas no valen lo que las francesas. Esas vidas son las de “los
nadies” y no valen nada para ellos.
No.
No voy a cantar la Marsellesa. Condeno el terrorismo venga de donde venga
cuando se lleva por delante víctimas inocentes de la sociedad civil, cuando
impone la ley del miedo, cuando atenta contra los derechos humanos, cuando
asesina indiscriminadamente., cuando se usa la religión como excusa condenando
además a todos los que practican esa religión en paz. Pero no voy a cantar la
Marsellesa porque , además, es un himno creado para la guerra y yo no entono
himnos de guerra.