Hace
ya mas de año y medio que se fue mi madre y aún , cada vez que hago algo que a
ella le gustaría, cada vez que llego a Sevilla de un viaje, cada vez que tengo
un problema , cojo el teléfono para
llamarla y contárselo. Se enterró un 27 de Febrero y aún con lágrimas en el
alma, por la mañana del 28, cogí la blanca y verde y la llevé conmigo hasta el
“teatro de las Medallas” , dejando vacío el asiento que dentro estaba a mi
nombre y que nunca ocupé para quedarme tras la valla acusando a los
responsables del gobierno andaluz de tanta barbaridad contra Andalucía. Conmigo
iba el más pequeño de la familia - por propia voluntad – con otra bandera en la
mano.
Si
tras el entierro de mi madre - no hay que decir como es el desgarro- tuve fuerzas
para empuñar una bandera andaluza, tras la digna y ejemplarizante dimisión del
partido andalucista, tras la desaparición de unas siglas históricas, imagínense
la que puedo seguir teniendo para enarbolarla.
Por
amor. Por amor se vive. Sin el motor y la energía del amor nada se puede ni
nada se consigue de verdad. Otros tendrán otros motivos. Ellos y ellas sabrán.
Pero el de un buen puñado de nacionalistas andaluces, con siglas o si ellas, es
el amor. Cuando se ama de verdad no se pide nada a cambio pero al menos – que
menos- hay que sentir que a quien amas lo estas pudiendo ayudar a ser feliz. Si
eso no ocurre el amor sirve de poco. Ahí
es donde el amor debe recurrir a la cabeza y a la razón para alcanzar lo único
que deseas : la felicidad de lo amado. Todo debe hacerse para conseguirlo, a
todo debemos renunciar excepto a nosotros mismos y a lo que amas.
Hay
llamas que aparecen a lo largo de la vida. Se encienden y se apagan, esa es la
ley natural de muchas cosas. Hay amores que mas vale no haberlos tenido. También eso es necesario para no cometer los
mismos errores en la elección, lo negativo es el aprendizaje que todos tenemos
y del que debemos tomar buena nota. Pero, en la vida, en esta que ahora vivimos
con nuestros nombres y apellidos, hay amores y llamas que no se apagan nunca.
Jamás. Desiertos, mareas, tifones, balas… y hasta desencantos no consiguen
apagarlos ni destruirlos. Son tan profundos, tan fuertes, tan maravillosos que
no dejamos que nadie nos lo arrebate : es por lo que merece la pena vivir.
Mi
madre no se fue y hasta que no me vaya yo no se irá. Mi amor y mi lucha por
esta Andalucía de nuestros dolores tampoco desparecerá nunca y ni siquiera
morirá conmigo porque ya, en mi misma familia, en esos pequeños que son parte
nuestra, en ese que salió conmigo el 28 F tras enterrar a su “ tata” hemos
dejado la llama viva. No solo se van de
viaje acompañados de su blanca y verde para enseñarla al mundo con la mirada
alta señalando quienes son y a qué están dispuestos sino que está ya bordada en
sus almas y en sus corazones que es el lugar donde se guarda lo amado. Por amor, por las generaciones futuras y hasta mi último aliento.
El
amor no se escribe con ninguna sigla. El amor se escribe solo con estas cuatro
letras. La llama sigue viva. Luego se lo contaré a mi madre.
VIVA
ANDALUCÍA LIBRE!!!